Kaixa
La única persona a la que Kaixa podía acercarse era su amado, por eso lo amaba tanto, era el único ser vivo que no le causaba repulsión, las otras personas con la que tenía contacto era su grupo de trabajo pero esos no cuentan pues Kaixa trabajaba desde su computador y la interacción con sus compañeros era estrictamente por esa vía. La pregunta lógica que cualquiera de nosotros se haría es: ¿porqué entonces no comprar el regalo por medio de alguna de las tantas tiendas on-line que se consiguen en la web? Pues, la respuesta es sencilla, tenía que demostrar que era capaz de comprar algo del modo tradicional, su amado siempre le recriminaba el hecho de no salir jamás de su casa, le hablaba de la belleza de la naturaleza, de lo emocionante que resulta entrar en contacto directo con los seres vivos, dar de comer a las palomas en la plaza, acariciar un perro, sonreír con los juegos de un niño y, de vez en cuando, comerte una hamburguesa grasosa en la calle del hambre.
¡Como odiaba que él le hablara de esa manera! tenía que hacer grandes esfuerzos para no vomitar al pensar solo en toda la clase de peligros a los que se expondría al salir en esas excursiones urbanas.
Sus pasos le llevaron a un gran centro comercial, se encontraba de pie justo frente a la entrada principal y el espectáculo le parecía de verdad abominable. Mucha gente entrando y saliendo de aquel gran templo pagano del consumismo masivo, docenas de personas paradas en la puerta esperando por alguien, deducía que era así por la manera compulsiva en la que veían sus relojes. Poco a poco las caras y los cuerpos de todas esas personas se fueron deformando ante sus ojos convirtiéndose en dantescos personajes cuya única misión consistía en arrastrarla a ella, pobre alma abandonada, a su mundo de perdición, trapos, joyas y comida rápida.
-No me dejaré vencer –pensaba mientras dirigía sus pasos directo a las fauces de ese gran monstruo que tenía ante si. ¡Se la ha tragado! Ahora formaba parte “integral” de la cadena alimenticia que su amado llama “el mundo real”
Que raro se siente ser una proteína en el tracto digestivo de una criatura del sistema, ella ve todo como a través de un caleidoscopio, las imágenes dan vueltas, se repiten, se degradan, se minimizan y maximizan constantemente; ¡las voces y los sonidos! son tantas, suenan todas a la vez pero se escuchan cada una separada de la otra, sonidos parecidos pero a la vez tan distintos, miles de millones de voces que la envuelven, no puede identificar de que boca salen, no puede entender que es lo que dicen, es como un gran murmullo desesperante. Hay muchos seres a su alrededor, es imposible escapar de esos horribles tentáculos que la persiguen, la acosan. Sabe que tiene que escapar antes que sea demasiado tarde...
-Buenas tardes, ¿en que puedo ayudarle?
-Que es esto?
-Eh... una tienda de libros señorita.
-Oh! -esta tienda no esta abarrotada -piensa Kaixa- en algún lugar leí que la mayoría de la gente joven iba a los centros comerciales solo a pasar el rato con sus amigos y cuando mucho se tomaban un café, ahora veo que es verdad.
-Busco un regalo de cumpleaños.
-Entonces está usted en el lugar indicado, un libro siempre es el mejor regalo. ¿Qué clase de lectura le agradaría?
-Déjeme pensarlo un poco-Uy! Ahora si que me la ha puesto difícil, este hombre lee como si de eso dependiera su vida, ha leído tantos libros que corro el riesgo de llevarle uno repetido- ¿Si te digo los libros que le han gustado podrías recomendarme alguno?
-Por supuesto señorita.
-Bueno, le gusto mucho últimamente un libro llamado Éxodo de León Uris, sin embargo QB VII no le gustó mucho. Le gusta la fantasía futurista que le ofrecen los libros de Isaac Asimov. Ernesto Sabato lo mata al igual Fedor Dostoievski y Herman Hesse...
-Ya! Lo tengo, no es necesario que diga más, tengo la recomendación perfecta. Lo que más se esta vendiendo en estos momentos son las caricaturas de Maitena, seguro le encantará
-eh....-Nota mental: La gente que atiende no sabe lo que esta vendiendo- Mejor le regalo otra cosa, gracias. -Por no ayudarme en lo absoluto, imbécil.
A cada momento que pasa Kaixa se convence más y más de que la humanidad es una porquería y de que la mejor forma de vivir es aislada de toda esa inmundicia. Continua huyendo de todos los monstruos que la acosan dentro de ese gran monstruo hasta que consigue una salida, desesperada echa a correr lejos de todo y de todos, se siente perseguida y, extrañamente, siente como si formara parte del elenco de una mala película.
El taxista es de esos viejos de postal, de esos que crecieron con la ciudad, de los que juegan ajedrez en la plaza y bailaban en templetes.
Me siento al menos un poco más segura en este taxi, al menos se que en poco tiempo estaré en mi casa, en mi mundo
-¿Ira usted el mes que viene señorita?
-¿Ir? ¿dónde?
-¿Cómo? ¿no lo sabe?
-¿Saber que?
-A principios del mes que viene se presentará Les Luthiers en el anfiteatro bodoque
¡Bingo! Cuando ya me sentía derrotada se me presenta la luz
-Antes de mi casa pasemos por el anfiteatro, compraré dos entradas.
Le encantará que lo invite a Les Luthiers, será algo que haremos juntos en compañía de otras personas, era justo el regalo que buscaba, así se dará cuenta de cuanto lo amo, luchar contra mi aversión social para compartir algo como pareja, fantástico
Kaixa se sentía realmente feliz al pensar en el regalo que le daría, llego a la casa rebosante esperando el momento justo para darle la sorpresa. Abre la puerta y lo primero que percibe es un fuerte olor a basura, putrefacción, en la casa todo estaba normal, nada fuera de lugar, no se explicaba de donde provenía ese olor pero era exageradamente fuerte. Él no estaba, solo una nota.